31 de enero de 2011

Sobre la cama

La respiración pausada y profunda de Zac arrulla su pensamiento, mientras ella con la cabeza en su pecho y los ojos cerrados, intenta concentrarse en ese momento lo más que pueda, para evitar que se desvanezca.
Él pasa los dedos por su piel fría lentamente y luego por su pelo largo, el que le cubre los brazos y cae entre las sábanas blancas descuidadamente.
Ella lo abraza y suspira, aún enfocada sólo en la respiración de Zac, lo que parece ser el único sonido que es capaz de oír. Siente como él pasa sus brazos alrededor de su cuerpo y la mece con cuidado.
Ninguno de los dos dice nada. Él sabe que es lo que ocupa su mente y no tiene intenciones de mencionarlo, a menos de que ella lo haga. Siempre ha sido así. Ella maneja los tiempos de conversación.
La abraza con aún más fuerzas cuando se da cuenta de que las lágrimas comienzan a caer, a pesar de que no hay señales de que esté llorando. No hay sollozos, no hay ningún sonido, sólo lágrimas.
Ella cierra los ojos y suspira profundo.
- ¿Crees que el también se siente mal?- murmura y su voz apenas se escucha en la habitación
- Él debe estar peor- ella quiere creerle, pero por el momento debe concentrarse en su respiración sólo para asegurarse de que está ahí.

29 de enero de 2011

En el metro

- El mundo en mi cabeza es totalmente diferente al del resto de la gente
- Claramente- me mira de reojo, como si le hubiese dado la respuesta incorrecta. Así que le sonrío- Si tu universo mental fuese como el de todos, yo no estaría en este vagón de metro conversando contigo
- Sí, lo sé, pero me refiero a algo que va más allá de ti, todo lo que pienso, el cómo veo las cosas… cómo reacciono… pareciera que vivo en un universo paralelo del resto y que sólo convivimos en un nivel tangible, pero nuestras cabezas trabajan en distintas frecuencias- pestañeo un par de veces mirándola directamente a los ojos. Ella hace exactamente lo mismo, a la espera de mi respuesta. Pero no sé que decirle.
- ¿Me fui un poco al carajo?
- No, no, no para nada, pero es que…- hago una pausa, forzado por la horda de personas que acaban de entrar al vagón- Si nunca te ha detenido lo que el resto de la gente piense ¿por qué lo analizas ahora?
- Es que no es tan así, no me importa el general de las personas, pero…- queda en silencio, aplastada-literalmente- contra mi cuando una señora con tres bolsos intenta pasar hacia la puerta. Le ordeno el pelo y le sonrío, pero ella se esconde unos segundos en mi cuello y suspira.
- No debería estar pensando esto ahora
- No, definitivamente no, si quieres lo analizamos todo de vuelta a casa, pero ahora concéntrate en lo que viniste a hacer- asiente y vuelve a suspirar
- En la siguiente estación nos bajamos
- ¿Cómo estamos de tiempo?
- Bien, aun es temprano- la miro en silencio unos segundos. Su cabeza es una favela, nadie mejor que yo para saberlo. Pero si hoy le va bien, las cosas por fin podrían empezar a cambiar.

Bautizo


Una sonrisa de complacencia le llena la cara. Observa su reflejo en el espejo y pasa los dedos por veinteava vez por sus bigotes recién arreglados. Su primer bigote.
- Debería ponerle nombre
- Estaba pensando lo mismo- ella le responde a la salida de la ducha, envuelta en una toalla azul- Tom es una buena opción
- No, no se ve como Tom… talvez como Gary- Zac lo mira y luego la mira a ella, de pie tras él, con gotas cayéndole desde el pelo a los hombros.
- Gary es muy común Zac
- ¿Y Tom no?- ambos lo observan en silencio por unos minutos, concentrados en su tarea de bautizo, hasta que ella rompe en una carcajada eterna y camina hasta la pieza para tirarse en la cama
- ¡No podemos ser tan ñoños como para buscarle nombre a tu bigote!- él la mira desde e baño con una sonrisa cálida. No la había oído reír en toda la semana.
- Sí podemos, le hemos puesto nombre a todo en esta casa, desde celulares, cámaras hasta computadores
- Y la gente jamás lo ha entendido- ella se calma un poco, aún riendo a ratos. Zac apaga la luz del baño y se acuesta a su lado.
- La gente tampoco ha entendido nuestra relación y eso no nos ha detenido antes- hay un silencio. Ella suspira, dándole una vuelta a las últimas palabras que sonaron entre los dos.
- Fair enough- le responde buscando su mano sobre el cobertor
- Será Bob- Zac concluye y vuelve a jugar con su bigote
- Bob the moustache… me gusta… deberíamos fotografiarlo
- ¿Con Penny o Lucy?- ambos sonríen. Ella toma una cámara del armario y arregla la toalla que está a punto de caer
- Lucy, Bob se merece un toque Polaroid para momentos especiales.

19 de enero de 2011

En Fa menor

Si lo interrumpo ahora ¿se enojara? Los miro desde la terraza, sentado en las baldosas de la cocina con su guitarra y cuaderno, tan concentrado que no se da cuenta de que llevo dos cigarrillos contemplándolo. Algo tiene, algo irradia cuando escribe.

¿Para qué lo voy a molestar? Mejor lo observo en silencio un rato más, anotando los acordes que tocó recién y que vuelve a tocar, tarareando los sonidos con la vista perdida. Borra, corrige algo y vuelve a anotar.

Yo también debería hacer algo productivo hoy. Escribir algo talvez… salvar al mundo… bañar al gato… pero la verdad es que hoy no tengo cabeza, aunque siga ahí sobre mis hombros. Así que prendo el tercer cigarro y moro como las hojas del naranjo se mueven con el viento, mientras escucho el rasgueo de las cuerdas de la guitarra y la melodía a medio hacer que de seguro voy a tener dándome vueltas por el resto de la tarde.

18 de enero de 2011

Té con miel


- Esto no está bien
- ¿Qué pasa?
- Tienes un poco más de 39 de temperatura
- Eso explica porque me siento morir- cierra los ojos mientras guardo el termómetro y vuelvo a llenar su vaso de limonada.
- Voy a la farmacia por analgésicos, tómate esto por ahora- sostiene el vaso y le da un sorbo pequeño. Arreglo los cojines tras su espalda y la tapo con e cobertor, asegurándome de que no se enfríe- También te voy a traer un jarabe, anoche tu pecho sonaba horrible
- Siento un elefante sentado ahí- me mira a los ojos y me sonría un poco. Está sonrojada, posiblemente por la fiebre. Bebe un poco más de limonada y me la pasa
- ¿No quieres más?
- No, tengo sueño
- Duerme mientras voy a la farmacia, no me demoro nada.

Cierro la puerta del auto y prendo el motor. Llueve en medio del verano como si estuviéramos en el más crudo de los inviernos… ahora… ¿dónde queda la farmacia más cercana? ¿Y por qué hay una bolsa con dulces en el asiento de atrás? De seguro los dejó ahí ayer, cuando salió con su amiga. Me da risa que a reatos sea tan infantil. Tiene la capacidad de callarme con sus argumentos cuando conversamos de política, pero cuando necesita relajarse con sus amigas su plan favorito es comprar dulces y comerlos mirando las nubes o escuchando música.

- ¿Mamá? Hola… bien ¿ustedes? Aaa, oye ¿cómo puedo bajar la fiebre? Sí, un poco más de 39… no quiere, le dije que si seguía igual mañana la llevaba….ajá… ok…. Bueno, no, vine por unos remedios y me voy a la casa… ok, hablamos a la noche

La gata me está esperando sentada al lado de la puerta de entrada. Maúlla un par de veces y luego camina conmigo al dormitorio. Está dormida. Su vaso de limonada está vacío. Le toco la frente, aún tibia y voy a la cocina para prepararle un té con limón y miel. Mamá me dijo que le pusiera paños húmedos en la cabeza y en el estómago. ¿Funcionará? No tengo ni un mínimo de conocimiento de medicina casera.

El silencio es increíblemente inusual aquí. Es raro no escucharla cantando algo o hablando sola, o riéndose de mí cada vez que hago algo estúpido.

Llevo una bandeja con té y una fuente de agua helada a la pieza, pero ella sigue dormida y no la quiero despertar. Que descanse. Ha pasado varias noches en vela esta semana. La verdad, creo que por culpa de eso se enfermó, pero no se lo puedo decir, sólo pudo escucharla en caso de que quiera hablar del tema. No soy capaz de preguntarle que pasa por su cabeza, aunque se le nota la tristeza en los ojos y en la forma de hablar. A pesar de que ha intentado seguir como si nada y tragarse toda la pena sola, la conozco. Dejó de dibujar, no escucha música, no se maquilla. Y hace siete días que no escribe en su libreta. Ahí la tiene, al lado de la cama. A veces la mueve, o la mira, pero no ha vuelto a poner una letras desde que… bueno, desde esa llamada.

- Volviste- murmura entreabriendo los ojos- ¿Dormí mucho?
- Para nada, de hecho creo que deberías seguir durmiendo un rato más… te hice un té, pero ya debe estar frío
- No importa, tengo calor… me tomé toda la limonada
- Eso es bueno, necesitas mucho líquido- le acerco la taza y un analgésico- Toma esto primero y más tarde te doy el jarabe ¿está bien?- asiente llevándose el té a la boca y terminándolo en cuestión de segundos
- Estaba rico Zac, gracias
- No hay problema, más tarde te preparo otro, ahora duerme ¿ya?- reacomodo sus almohadas y el cobertor mientras ella cierra los ojos, claramente exhausta. Es la única razón para que no me reclame estar en cama tan temprano.
- ¿Te vas a quedar aquí?- me pregunta a media voz- Puedes ver una película, no me molesta el ruido
- No planeaba ir a ninguna otra parte- paso el brazo sobre su cabeza, recostándome a su lado. La gata y se enrolla al final de la cama casi al mismo tiempo- Duerme y avísame si tienes pesadillas
- ¿Vas a estar aquí cuando despierte?
- ¿Alguna vez no ha sido así?
- Gracias Zac- suspira, ya entre sueños. Paso los dedos por su pelo lentamente y la observo unos segundos.

Vamos a estar bien. Al menos eso me gusta creer.

17 de enero de 2011

Blank Page


No me gusta que las cosas cambien. Tengo problemas con las modificaciones de escenario. Me incomodan las sábanas limpias, llegar a un lugar sin conocer a nadie. A veces pienso que absolutamente todo ha cambiado, incluso yo, por más que lo haya evitado.

Cambiaron las mañanas después de que mi hermano creció, cambiaron los sueños, cambió tu pelo, cambiamos de compañía. Cambió la casa cuando mamá se fue. Cambié de ciudad. Papá cambió de auto. También cambió de esposa.

Mi gata cambió conmigo, de hecho me cambió por mi abuela. Cambiaron los canales del cable. Cambió el gobierno de izquierda a derecha. Mi vida entera cambió con tu “ya no te amo” y tú cambiaste desde que decidiste que sería así.

No entiendo porqué algunas cosas cambian y estoy cansada de los misterios de a vida. Realmente soy incapaz de enfrentar ese tipo de cambios, los intolerablemente dolorosos. Los que no me gustan. Los que de verdad no puedo entender. ¿Será que mi cabeza está simplemente incapacitada para sumir o asimilar un cambio? ¿Seré tan estructurada? ¿Tan lineal?

Cambiaron las circunstancias. Cambió mi foto en la licencia de conducir. Mis amigas cambiaron de trabajo. Mi hermana se cambió el color del pelo. Cambió mi forma de escribir. Creo que también cambiaron los signos del zodiaco y la posición de las estrellas alrededor de la tierra.

No asimilo el cambio, pero en cambio, todo ha cambiado. Las únicas dos cosas en las que puedo pensar y que estoy segura no han cambiado es la tranquilidad que me da mirar la sonrisa de Zac cuando tengo miedo. Y que te amo.

Pero para ti eso cambió

16 de enero de 2011

Halo Reach

- Si tu joystick hablara pediría clemencia
- Si tu laptop hablara pediría la jubilación
- Si me tocaras como a esos botones ya sería multiorgásmica- Zac se sigue riendo mientras yo intento quitarle el control inalámbrico y terminamos luchando a las cosquillas. Llevamos toda la tarde vegetando en el sillón y no tengo mayor plan para cambiar esta escena.

Hace demasiado calor para hacer cualquier cosa, incluso para salir a nadar. El ventilador da vueltas sobre nuestras cabezas, pero no parece mover el aire caliente. Estamos en traje de baño, en caso de que nos animemos a tirarnos al agua, aunque realmente es porque no podemos ponernos más ropa. Esta temperatura es insoportable.

- Estás pegado con ese juego
- Sí
- Me siento un poco ignorada…
- Aha…
- Estoy en topless
- No es cierto
- No miraste
- Sí miré- en la pantalla hay una toma en primera persona de una pistola matando gente, explosiones, algo de sangre… y Zac no pestañea. De hecho estoy segura de que a ese joystick le va a salir humo en cualquier momento.

- Quit staring at me
- No te estoy mirando
- Sí, puedo sentirlo y me desconcentras… si no paso este nivel me voy a obsesionar y no voy a dejar de jugar hasta lograrlo, aunque me demore toda la noche- resignada, suspiro. Sé que es capaz de cumplir con su palabra. Y no quiero pasar la noche escuchándolo pelear con la televisión.
- Podrías invitar a tus hermanos- murmuro para no interrumpir su juego y cuelgo mi cabeza desde el sofá, levantando las piernas contra la pared.
- No, dijeron que tenían cosa que hacer, además este día era para nosotros- no puedo evitar mirar a Zac después de esa frase. Él pausa el juego y toma su vaso de bebida con hielo.
- ¿Qué?- sus ojos café profundo me hacen sonreír, él pelea con algunos mechones de pelo que se le vienen a la cara- Después de que pase este nivel vamos a nadar ¿está bien?- sigo sonriendo, incapaz de dejar de mirar directo a sus ojos- ¿Qué?
- Nada
- Conozco esa mirada y sé lo que estás pensando, ya vamos a hacer algo juntos- me muerdo los labios y cambio el tema jugando con algunos vellos claros en su brazo
- Tengo calor- Zac toma otro sorbo de bebida y se leva la mano a la boca, saca un trozo de hielo y me lo pasa lentamente desde el cuello hasta el ombligo, haciéndome temblar de manera inmediata. Me muerdo el labio inferior y suspiro.
- … Pero aún así prefieres seguir jugando Halo ¿cierto?
- Dame quince minutos

Comilón



Despierto con una patada. Aún está oscuro. Abro un ojo a regañadientes. Zac tiene una pesadilla. Suda, da vueltas en la cama, murmura algo ininteligible.
Me acerco a él e intento abrazarlo, pero es casi imposible. Sigue rodando y pateando el cobertor. Pongo mi mano en su frente húmeda y aparto el pelo de su cara suavemente. Creo que hasta tiene un poco de fiebre. Le susurro que despierte y paso los dedos por sus mejillas lentamente. Suspira.
- ¿Qué pasa?- pregunto a media voz. Zac se queda quieto, en silencio, medio dormido, algo asustado, asimilando donde está.
- Un mal sueño- su respiración aún está algo agitada cuando me abraza. Siento sus labios en mi cuello mientras inspira profundo- No vuelvo a comerme tres hamburguesas en la noche- sonrío con los ojos cerrados, lista para volver a dormir y pensando en que se lo advertí.
- ¿Quieres algo para el dolor de pancita?
Pero Zac ya volvió a roncar.

15 de enero de 2011

Ensalada de frutas




Zac levanta la mirada desde el sillón y ve pasar la camisa que llevaba en la mañana desde el baño hacia la cocina. Debajo, un cuerpo fresco, recién salido de la ducha camina descalza, tarareando una canción que él dejó a medio escribir en cuanto ella lo convenció de que era mejor idea pasar la tarde en la piscina.

El viento tibio mueve las cortinas mientras afuera el cielo cambia de celeste a rosado claro. Zac está en un sillón, descalzo, con el traje de baño húmedo, medio dormido, con hambre. Un poco del sol que todavía logra entrar en el living de la casa llega de gotas de sudor su frente. A pesar de eso, no se mueve. Ve como su camisa, a medio abotonar, abre el refrigerador, saca un par de cosas y prepara algo de comer, todavía tarareando el trozo de canción que Zac alcanzó escribir antes de que ella lo arrastrara lejos del piano.

La casa está en silencio. La televisión sin volumen hace un buen rato que es ignorada. A gata duerme en el piso frío de la cocina. Lleva ahí la mayor parte de la tarde, después de que se mojó la terraza con el riego automático y le tocó buscar un nuevo lugar para su siesta. Las partituras se mueven lentamente con el poco viento que entra y a ratos parece que el tiempo se detuvo.

Y Zac no ha sacado los ojos de su camisa. Le causa gracia pensar que ella se la regaló hace algún tiempo. Según lo que ve, es a ella a quien le queda mejor. Desliza lentamente los ojos por sus piernas y se le viene a la cabeza una simple imagen. Esas mismas piernas pasando a su lado bajo el agua, nadando hacia la orilla de la piscina. Le parecía que aún podía verlas envueltas en burbujas, rozando su costado.

Ella lo mira y espera, pero Zac no reacciona. Pasan unos segundos, pero nada. Opta por tomar los platos y caminar hacia él. Descalza, sobre las baldosas, el piso flotante, la alfombra. El sillón.