29 de septiembre de 2010

Brocacochi



Hace diez años en mi vida había muchas cosas que andaban mal. El colegio era un desastre, mi familia era caótica, mi cabeza estaba enredada en si misma y nada parecía tener mejora inmediata o ligeramente cercana. Lo único que andaba bien era mi mejor amigo. Él era quien completaba mis frases, él que sabía que sabor de helado quería comer y me sorprendía con uno, quien llevaba la mostaza para los doritos de queso, quien retrocedía casetes con lápiz bic al lado mío en medio de la clase.

La verdad es que jamás pensé que extrañaría la época de colegio, básicamente porque mi único recuerdo ahí es haber querido que terminara de una vez por todas. Pero ahora que miro hacía atrás, me doy cuenta que no fue del todo mal. Que mi universo era tan pequeño en esa época que hacía de las cosas más insignificantes el centro de mi existencia.

Claro que hay cosas que no quiero volver a hacer, como tener que aguantar a todos los que me insultaban, o escuchar las clases de química que en 10 años no he usado, ni dar las 30 vueltas a la cancha de basquetbol bajo el sol del medio día. Sin embargo, lo que de verdad extraño es a mi mejor amigo. Me hace falta escuchar su risa cuando nadie más se reía, o simplemente sentarnos en el patio inventando historias sobre lo que conversaban los demás. Escupir, come dulces compulsivamente a las 8 de la mañana para terminar hiperventilados a las 10 antes del primer recreo, hablar por horas sobre los distintos tipos de verdes que tiene el pasto. Extraño las cosas que en esa época eran importantes. Y ya no me parecen importantes las cosas que hicieron que dejáramos de hablarnos. Que generaron un vacío entre los dos tan grande que en esta vida jamás podríamos encontrarnos al medio. Un vacío lleno de parches mal cocidos.

No sé si es porque somos adultos o porque uno de nosotros no quiere serlo, será porque hay cosas que definitivamente te alejan y no puedes remar de vuelta, o porque simplemente así funciona la vida. Sé con certeza de todos modos que me gustaba más cuando lo que no iba mal en mi vida éramos nosotros.