25 de diciembre de 2010

Nada (r)




Cada vez que nado bajo el agua me imagino que te encontrare al otro lado de la piscina.

Siempre creo que estarás ahí, bronceado, con una cerveza, tus lentes de sol y una sonrisa. De pronto me parece verte ahí, conversando con alguien, pasando tu brazo por mi cintura y sacándome el pelo mojado de la frente.

Cuando me sumerjo y abro los ojos es como entrar siempre a la misma fantasía. Estamos de vacaciones, disfrutando del sol. Nunca sé donde, ni como ni porque; pero siempre te he dicho que no importa donde esté, mientras sea contigo.

Braceo lentamente, disfrutando la sensación de las burbujas a mi alrededor y del relajo que me produce flotar en mis sueños hacía ti.

El sol cae sobre el agua y contemplo los rayos que se dibujan a mi alrededor. A ratos me traicionan y me hacen ver tus piernas flotando del otro lado, justo en el lugar hacia el que me dirijo.

Sé que no estás acá. Sé que estás lejos. Pero mientras tengo la cabeza bajo el agua, te siento tan cerca que me parece que a ratos pasas nadando a mi lado.

¿Qué tendrá el cloro del agua que me genera esta reacción alucinógena? Mis fantasías van en un aumento considerable. Cada día se me hace más necesario estar sumergida para sentir que estarás ahí cuando salga por aire. Cuando logre llegar al otro lado de la piscina y tú me beses.

Mis amigas dicen que ya deberían salirme escamas, tomando en cuenta el tiempo que paso metida en el agua. Este es el primer verano que estoy tanto tiempo metida ahí, generalmente huyo de cualquier acercamiento al chapoteo veraniego. Pero por verte, por sentirte cerca…

Cada vez que me sumerjo en la piscina imagino que tú estarás de otro lado, esperándome cuando salga. Que me vas a abrazar y me vas a regalar esa sonrisa perfecta que tanto extraño. Que podré sentir tu piel, caliente bajo el sol y que tus labios hipnotizantes van a besarme otra vez.