14 de abril de 2011

Supermercado




- Escucha esto- le digo desde la cama. Él está sentado en el puff cerca del televisor jugando play station. Pone pausa y se da vuelta.
- ¿Qué escribiste ahora? ¿Debería tener miedo?

Lo conocí en la fila del supermercado. Había sido uno de esos días en el trabajo en os que hubiese dado todo por llegar a mi casa, taparme hasta la cabeza y quedarme sin hacer nada hasta la semana entrante. Pero no se podía.
Él estaba delante de mí en la fila para a caja. Tarareaba una canción y jugaba con Iphone. Tenía el pelo rubio y usaba gafas tipo aviador.

- ¿Y tú que tenías puesto?
- Zac, todavía estoy leyendo, además ¿Qué diferencia hace lo que yo use?
- A mi me interesa, quiero imaginar que es lo que te voy a sacar al final de la historia- me da su mejor sonrisa y se saca las zapatillas para meterse debajo del cobertor conmigo- Si andas con los pantalones y las botas de ayer en el cuento, sería capaz hasta de ofrecerme a pagarte la cuenta
- ¡Zac!
- ¿Qué?
- ¿Puedo seguir leyendo?
- Obvio, sigue, claro
- Gracias

Lo conocí en la fila del supermercado un día en que estaba de pésimo humor. La cajera era lenta, uno de mis clientes se había quejado con mi jefa, los tacones me tenían aburrida. Lo único que quería era irme a mi casa. Y él tenia un carro lleno delante de mi.
- ¿Aló?- mi hermana me llamó en algún punto de la espera - No, en el supermercado- él se dio vuelta sigilosamente, me miró y luego se fijó en mis compras. Yo hice como que no lo había notado.
- ¿Y tu novio no puede ira buscarte? Es que tengo para rato acá… te llamo cuando salga ¿ok?- guardo el teléfono en el bolsillo y suspiro. No pasó un minuto cuando oí su voz.
- Disculpa- levanté la mirada y me encontré con su sonrisa, con su barba casual y mi reflejo en sus gafas- No es que quiera molestarte, pero hace tiempo que quiero probar la mantequilla de maní y quería saber como es
- ¿Y por qué no las compras?
- ¿Y si no me gusta?
- La dejas y no te la comes- le sonreí, lo vi en sus gafas. Fue ahí cuando noté que estaba coqueteando.
- Siempre he comprado la que tiene trozos de maní, pero esa marca no la conozco y mis hermanos dicen que es buena
- Sí, es buena, es más cremosa que la que llevas- dije señalando su carro- Pero sigu siendo crocante, queda rica con tostadas
- ¿Fritas con platano?

- Sabía que dirá una cosa como esa
- Zac, eres tú, obvio que sabes que es lo que vas a decir ¿puedo seguir leyendo ahora?
- ¿No se pueden hacer comentarios de la historia?
- Cuando termine de leerla – Zac hace un puchero y se me acerca lentamente
- Perdón señora- le doy un beso en la nariz y vuelvo a mirar la pantalla.

- ¿Te comes los sandwish tipo Elvis? ¿Y qué haces para no ser obseo? ¿Te pasas el resto del día en la corredora?- ahora que lo pienso, esa parte de la conversación pudo haber sonado muy mal, pero por alguna extraña razón, él me sonrió y estiró su mano.
- Zac, mucho gusto
- Mao- le volví a sonrerír y ambos mantuvimos el silencio unos minutos. Él recorrió mis compras con la mirada y yo lo miré a él.
- No es que quiera ser entrometido, pero seis paquetes de oreos de merengue se ve un poco…
- ¿Excesivo?- lo interrumpí un poco avergonzada
- Sí- respondió con una risa infantil que me hizo sonrojar
- Bueno, cada uno carga son sus adicciones, yo no te he dicho nada por tus six pack de Dr. Pepper
- Son para mis sobrinos, van el fin de semana y les encanta… yo prefiero algo más… masculino- me miró seriamente, a penar conteniendo su risa. Yo levanto una ceja y respondo
- Supongo que las frituras, las galletas, las bases de pizza, los Nachos, los chocolates, los marshmallows y… los jelly beans también son para ellos
- No, todo eso es para mi, es mi premio por cuidar a mis sobrinos- me respondió y nuevamente me dio esa sonrisa capaz de dejarme sin aliento.
- ¿Cuántos son?- pregunté sólo para no quedarnos en silencio
- Seis
- ¿Y tu novia no te ayuda a cuidarlos?- sé que haberle preguntado eso fue increíblemente obvio, pero no pude evitarlo. La fila avanzó y Zac comenzó a poner sus compras sobre el mostrador de la caja
- No, no tengo novia
- ¿Esposa?
- Tampoco
- ¿Novio?- me sentí estúpida y pésima en el arte de la coquetería en ese punto de la conversación. Él me miró y negó con la cabeza.

- ¿En tu cuento pensaste que era gay?- Zac levanta su cabeza de mis piernas y se me acerca, mirándome con cara de sorpresa
- No, en el cuento quise salir de toda duda
- ¿Y quieres salir de duda ahora?- lo miro directamente a los ojos colo café y me muerdo los labios
- ¿Insinuas que… ?- me da su most kinky look y se acerca aún más a mi, mordiéndome el labio inferior- ¿Y no quieres saber como termina la historia?
- ¿Cómo termina la historia?- pasa sus manos por mi espalda y me obliga a dejar el laptop a un lado. Sus labios viajan rápidamente desde mi boca hasta mi cuello y yo voy olvidando lo que le iba diciendo
- Te cuento mañana mejor

11 de abril de 2011

Con audífonos





Tiro mi vaso de Starbucks vacio en un basurero y suspiro con el estomago redondo. Terminé un frapuccino java chip venti con frambuesa y creo que no voy a ser capaz de comer en el resto del día. Zac sale del local unos segundos después, con los audífonos del Iphone puestos. Me sonríe y toma mi mano para seguir caminando. Yo ya estoy escuchando música otra vez.

Avanzamos en silencio unos minutos. Él canta a media voz y yo me río de la gente que nos mira. Saco fotos a ratos, más que nada para justificar la salida. Enfoco y apunto sin pensar, a los graffitis, a los lugares, cualquier cosa que me llame la atención. Incluso a Zac.

Me confunde pensar cual es la excusa, si salir para fotografiar para estar con Zac o estar con él para poder fotografiar. Las dos alternativas me gustan.

No me habla, sólo murmura la letra de la canción. Me suelta la mano para que camine a mi ritmo de obturación y de a poco se aleja mientras pasamos por un parque. Lo miro y me sonríe.

Monocromo, iso manual, obturación 1/125

Zac se sienta en el suelo mientras yo me enajeno hasta de él por unos minutos. Fotografío en macro el pasto, los bichos, sigo con los árboles, las flores y sus cordones. Él cierra los ojos y canta a media voz, para que sólo yo lo escuche.

You’re gone away, you left me all alone, the only thing I got from you was your dirty tshirt and doll.

6 de abril de 2011

Carry you there



- A veces no importa lo que me digas, es como si no tuviera nada que hacer con las palabras que salen de tu boca- Zac dice mientras cocino. Está sentado al lado del mesón de la cocina jugando con una boleta del supermercado entre los dedos. Me volteo y lo miro mientras sobre el fuego se granea el arroz.

- No entiendo- suspira y lo repite
- Hay momentos en los que me dan ganas de decirte que no me importan las palabras que salen de tu boca- esa frase es como un balde de agua fría que me recorre la espalda y me deja atónica, incapaz de decirle nada. Pestañeo. Él sonríe. Y no sé por que.
- A veces Mao, no me importa lo que dices porque sé que es mentira- vuelvo a la olla y respiro profundamente
- A ti no tengo por qué mentirte
- A mi no, porque no puedes, pero hay momentos, cuando hablas con otras personas, que me dan ganas de tomarte en brazos y sacarte de ahí- lleno una taza de agua caliente y la vació en la olla, revuelvo y la tapo.
- Decir que no te importa lo que digo no suena muy bien
- Decirte que cuando mientes yo lo sé y que no te escucho, porque esas palabras no significan nada para mi es algo que hace tiempo quería que supieras- me acerca un vaso con bebida y me quedo en silencio observándolo. Su gorro, que realmente es de uno de sus hermanos pero que él se quedó hace unas semanas, después de una caminata. Su polera negra, su pelo rubio… la sonrisa que se le dibuja en los labios y que me descoloca. A mi siempre me importa lo que diga o deje de decir. Bueno, él no miente. No que me de cuenta.

- ¿Quieres una o dos hamburguesas?- pregunto, no sé porque. Zac me sonríe y me pasa dos- ¿Con queso?- vuelve a sonreír.
- En serio, ¿te afecto mucho lo que te dije?
- No, es que en la mañana me dijiste que estabas gordo y pensé que… olvídalo
- Olvidado… pero no me refería a eso
- Zac, yo sé que siempre haz sabido cuando algo me pasa, supongo que el no tener que explicarte las cosas es lo que hace que esto funcione, tu simplemente lo sabes todo- pongo las hamburguesas a freír y evito todo contacto visual con Zac, especialmente porque presiento que el resto de la conversación va a doler.
- Pero conmigo no hablas de él…
- No hablo de eso con nadie- lo interrumpo y volteo por un segundo
- Y te enojas cada vez que lo comento
- No me enojo
- Sí, me estas hablando golpeado y no te das cuenta- no me doy cuenta, es cierto. Si él no lo dice, no me doy cuenta. Vuelvo a la comida y el se para atrás mio, con las manos en mis brazos, intentando calmarme.
- Lo siento
- Andrea tiene razón, no estas tomando esto de la mejor manera… van tres meses y todavía no escribes
- Sí, sí escribo
- Cuentos de verdad Mao… no es lo mismo- siento su respiración en mi cuello y un beso suave sobre mi hombro- Esta vez no importa que yo sepa lo que te pasa, importa que tu lo digas y dejes de intoxicarte para olvidarlo un rato
- Zac… yo…
- No me mientas, porque sé que te duele, entiendo que todos te digamos como si fuese lo más fácil y obvio de la vida que tienes que dejarlo ir, pero al menos inténtalo
- Zac… lo intento, todos los días, pero ya no sé que hacer para matar la esperanza, no sé con que emborracharme, no sé si tengo que salir con otros tipos, aun cuando la idea no me llame en lo más mínimo la atención, no sé si tengo que recordarme todos los días que me dejó por una hija de puta, no sé, pero lo intento
- Sí sé, pero tienes que decirlo en voz alta y dejar de mentir con esa sonrisita que no sé como la gente te compra
- La gente ve lo que quiere ver y es mucho más fácil creer el “estoy bien” en vez de mirar lo que ocurre… pásame tu plato- escucho a Zac moverse en la cocina a mi lado y me muerdo el labio para… bueno para no pensar en nada que no sea el dolor físico de mis dientes en mi piel
- Deja de hacer eso

Inténtalo. No tienes que tener miedo en apoyarte en alguien que pueda soportar contigo la parte pesada. Y está bien, porque se puede volver demasiado para tu lo manejes sola, y si no puedes por ti misma sé que vas a decir que no sabes lo que está en juego o lo que te va a tomar arreglarlo.

Pero no me importa lo que digas, no tengo nada que hacer con esas palabras de todos modos. No necesitas tener un Calidac porque voy a estarte esperando con mi espalda lista para llevarte a donde vayas.

Voltéate y podrás ver todo lo bueno que haz dejado atrás, pero sigues estancada con lo que te falta encontrar. Parece que nunca nada va a ser suficiente. Así que tranquilízate y puede que así aparezcan las raíces que expliquen como te sientes. Tanto pelear contra la vida te ha traído hasta acá y aunque estás exhausta me vas a decir que estás bien… pero no me importa lo que digas…