6 de abril de 2011

Carry you there



- A veces no importa lo que me digas, es como si no tuviera nada que hacer con las palabras que salen de tu boca- Zac dice mientras cocino. Está sentado al lado del mesón de la cocina jugando con una boleta del supermercado entre los dedos. Me volteo y lo miro mientras sobre el fuego se granea el arroz.

- No entiendo- suspira y lo repite
- Hay momentos en los que me dan ganas de decirte que no me importan las palabras que salen de tu boca- esa frase es como un balde de agua fría que me recorre la espalda y me deja atónica, incapaz de decirle nada. Pestañeo. Él sonríe. Y no sé por que.
- A veces Mao, no me importa lo que dices porque sé que es mentira- vuelvo a la olla y respiro profundamente
- A ti no tengo por qué mentirte
- A mi no, porque no puedes, pero hay momentos, cuando hablas con otras personas, que me dan ganas de tomarte en brazos y sacarte de ahí- lleno una taza de agua caliente y la vació en la olla, revuelvo y la tapo.
- Decir que no te importa lo que digo no suena muy bien
- Decirte que cuando mientes yo lo sé y que no te escucho, porque esas palabras no significan nada para mi es algo que hace tiempo quería que supieras- me acerca un vaso con bebida y me quedo en silencio observándolo. Su gorro, que realmente es de uno de sus hermanos pero que él se quedó hace unas semanas, después de una caminata. Su polera negra, su pelo rubio… la sonrisa que se le dibuja en los labios y que me descoloca. A mi siempre me importa lo que diga o deje de decir. Bueno, él no miente. No que me de cuenta.

- ¿Quieres una o dos hamburguesas?- pregunto, no sé porque. Zac me sonríe y me pasa dos- ¿Con queso?- vuelve a sonreír.
- En serio, ¿te afecto mucho lo que te dije?
- No, es que en la mañana me dijiste que estabas gordo y pensé que… olvídalo
- Olvidado… pero no me refería a eso
- Zac, yo sé que siempre haz sabido cuando algo me pasa, supongo que el no tener que explicarte las cosas es lo que hace que esto funcione, tu simplemente lo sabes todo- pongo las hamburguesas a freír y evito todo contacto visual con Zac, especialmente porque presiento que el resto de la conversación va a doler.
- Pero conmigo no hablas de él…
- No hablo de eso con nadie- lo interrumpo y volteo por un segundo
- Y te enojas cada vez que lo comento
- No me enojo
- Sí, me estas hablando golpeado y no te das cuenta- no me doy cuenta, es cierto. Si él no lo dice, no me doy cuenta. Vuelvo a la comida y el se para atrás mio, con las manos en mis brazos, intentando calmarme.
- Lo siento
- Andrea tiene razón, no estas tomando esto de la mejor manera… van tres meses y todavía no escribes
- Sí, sí escribo
- Cuentos de verdad Mao… no es lo mismo- siento su respiración en mi cuello y un beso suave sobre mi hombro- Esta vez no importa que yo sepa lo que te pasa, importa que tu lo digas y dejes de intoxicarte para olvidarlo un rato
- Zac… yo…
- No me mientas, porque sé que te duele, entiendo que todos te digamos como si fuese lo más fácil y obvio de la vida que tienes que dejarlo ir, pero al menos inténtalo
- Zac… lo intento, todos los días, pero ya no sé que hacer para matar la esperanza, no sé con que emborracharme, no sé si tengo que salir con otros tipos, aun cuando la idea no me llame en lo más mínimo la atención, no sé si tengo que recordarme todos los días que me dejó por una hija de puta, no sé, pero lo intento
- Sí sé, pero tienes que decirlo en voz alta y dejar de mentir con esa sonrisita que no sé como la gente te compra
- La gente ve lo que quiere ver y es mucho más fácil creer el “estoy bien” en vez de mirar lo que ocurre… pásame tu plato- escucho a Zac moverse en la cocina a mi lado y me muerdo el labio para… bueno para no pensar en nada que no sea el dolor físico de mis dientes en mi piel
- Deja de hacer eso

Inténtalo. No tienes que tener miedo en apoyarte en alguien que pueda soportar contigo la parte pesada. Y está bien, porque se puede volver demasiado para tu lo manejes sola, y si no puedes por ti misma sé que vas a decir que no sabes lo que está en juego o lo que te va a tomar arreglarlo.

Pero no me importa lo que digas, no tengo nada que hacer con esas palabras de todos modos. No necesitas tener un Calidac porque voy a estarte esperando con mi espalda lista para llevarte a donde vayas.

Voltéate y podrás ver todo lo bueno que haz dejado atrás, pero sigues estancada con lo que te falta encontrar. Parece que nunca nada va a ser suficiente. Así que tranquilízate y puede que así aparezcan las raíces que expliquen como te sientes. Tanto pelear contra la vida te ha traído hasta acá y aunque estás exhausta me vas a decir que estás bien… pero no me importa lo que digas…

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