18 de enero de 2011

Té con miel


- Esto no está bien
- ¿Qué pasa?
- Tienes un poco más de 39 de temperatura
- Eso explica porque me siento morir- cierra los ojos mientras guardo el termómetro y vuelvo a llenar su vaso de limonada.
- Voy a la farmacia por analgésicos, tómate esto por ahora- sostiene el vaso y le da un sorbo pequeño. Arreglo los cojines tras su espalda y la tapo con e cobertor, asegurándome de que no se enfríe- También te voy a traer un jarabe, anoche tu pecho sonaba horrible
- Siento un elefante sentado ahí- me mira a los ojos y me sonría un poco. Está sonrojada, posiblemente por la fiebre. Bebe un poco más de limonada y me la pasa
- ¿No quieres más?
- No, tengo sueño
- Duerme mientras voy a la farmacia, no me demoro nada.

Cierro la puerta del auto y prendo el motor. Llueve en medio del verano como si estuviéramos en el más crudo de los inviernos… ahora… ¿dónde queda la farmacia más cercana? ¿Y por qué hay una bolsa con dulces en el asiento de atrás? De seguro los dejó ahí ayer, cuando salió con su amiga. Me da risa que a reatos sea tan infantil. Tiene la capacidad de callarme con sus argumentos cuando conversamos de política, pero cuando necesita relajarse con sus amigas su plan favorito es comprar dulces y comerlos mirando las nubes o escuchando música.

- ¿Mamá? Hola… bien ¿ustedes? Aaa, oye ¿cómo puedo bajar la fiebre? Sí, un poco más de 39… no quiere, le dije que si seguía igual mañana la llevaba….ajá… ok…. Bueno, no, vine por unos remedios y me voy a la casa… ok, hablamos a la noche

La gata me está esperando sentada al lado de la puerta de entrada. Maúlla un par de veces y luego camina conmigo al dormitorio. Está dormida. Su vaso de limonada está vacío. Le toco la frente, aún tibia y voy a la cocina para prepararle un té con limón y miel. Mamá me dijo que le pusiera paños húmedos en la cabeza y en el estómago. ¿Funcionará? No tengo ni un mínimo de conocimiento de medicina casera.

El silencio es increíblemente inusual aquí. Es raro no escucharla cantando algo o hablando sola, o riéndose de mí cada vez que hago algo estúpido.

Llevo una bandeja con té y una fuente de agua helada a la pieza, pero ella sigue dormida y no la quiero despertar. Que descanse. Ha pasado varias noches en vela esta semana. La verdad, creo que por culpa de eso se enfermó, pero no se lo puedo decir, sólo pudo escucharla en caso de que quiera hablar del tema. No soy capaz de preguntarle que pasa por su cabeza, aunque se le nota la tristeza en los ojos y en la forma de hablar. A pesar de que ha intentado seguir como si nada y tragarse toda la pena sola, la conozco. Dejó de dibujar, no escucha música, no se maquilla. Y hace siete días que no escribe en su libreta. Ahí la tiene, al lado de la cama. A veces la mueve, o la mira, pero no ha vuelto a poner una letras desde que… bueno, desde esa llamada.

- Volviste- murmura entreabriendo los ojos- ¿Dormí mucho?
- Para nada, de hecho creo que deberías seguir durmiendo un rato más… te hice un té, pero ya debe estar frío
- No importa, tengo calor… me tomé toda la limonada
- Eso es bueno, necesitas mucho líquido- le acerco la taza y un analgésico- Toma esto primero y más tarde te doy el jarabe ¿está bien?- asiente llevándose el té a la boca y terminándolo en cuestión de segundos
- Estaba rico Zac, gracias
- No hay problema, más tarde te preparo otro, ahora duerme ¿ya?- reacomodo sus almohadas y el cobertor mientras ella cierra los ojos, claramente exhausta. Es la única razón para que no me reclame estar en cama tan temprano.
- ¿Te vas a quedar aquí?- me pregunta a media voz- Puedes ver una película, no me molesta el ruido
- No planeaba ir a ninguna otra parte- paso el brazo sobre su cabeza, recostándome a su lado. La gata y se enrolla al final de la cama casi al mismo tiempo- Duerme y avísame si tienes pesadillas
- ¿Vas a estar aquí cuando despierte?
- ¿Alguna vez no ha sido así?
- Gracias Zac- suspira, ya entre sueños. Paso los dedos por su pelo lentamente y la observo unos segundos.

Vamos a estar bien. Al menos eso me gusta creer.

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