Puede que mis cuentos no sean lo más increible del universo, pero a mi me hacen feliz. Y si algo he aprendido es que hay que aferrarse a la felicidad.
23 de junio de 2010
Muda
Algo tiene la boca de Alan. Algo que no he podido descifrar. Me basta con tenerla en frente para que me hipnotice y para que olvide cualquier otro pensamiento.
La boca de Alan me enloquece y también me embrutece. Muchas estupideces he dicho por estar pendiente de sus labios y perder capacidad de raciocinio.
Lo gracioso es que de su boca sólo he escuchado buenas ideas, exceptuando una o dos idioteces que puedo incluso perdonar.
Su boca inhabilita a la mía. Me inhabilita por completo. Me somete y me duele decirlo, porque por indomable que pensé ser, bastaron esos dos labios y las palabras que de ellos salían, para ponerme un lazo del que no quiero zafarme.
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