23 de junio de 2010

Desapareciste


Zac dejó de caminar y se dio vuelta para mirarme. Llevaba sus gafas negras y la bufanda le tapaba parte de la cara. Era una tarde fría en Chicago y el viento jugaba sin parar con mi pelo mientras más lagrimas cayeron por mi cara.

- Estas haciendo escándalo de la nada- me dijo y su voz sonó como cuchillos que me atravesaron la piel.

- Tú siempre ignoras las cosas que me pasan- suspiró. Esa era la más clara confirmación de su cansancio. Sabía que Zac estaba cansado y hastiado de todo, incluso de mi.

- En tu mente enferma siempre terminas siendo la victima de todas las cosas que hago y de las que no hago también- me sequé las lágrimas y lo miré una vez más mientras me llenaba de aire y de coraje para decir las palabras que el jamás diría.

- Así que… esto es todo- y se quedó en silencio, pero su rostro no cambio ni demostró sorpresa

- Eso parece- respondió al cabo de algunos segundos y eso fue suficiente para que el mundo entero se cayera para mi. Apreté las manos en mis bolsillos y me mordí la lengua, intentando dejar de llorar frente a él.

- Podrías haberlo dicho antes- fueron mis ultimas palabras antes de darle la espalda y comenzar a caminar a la estación de metro mas cercana.

Él nunca me pidió que me detuviera ni gritó mi nombre, como pasa en las películas. Tampoco me llamo para decir que me amaba. El sólo desapareció.

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