26 de junio de 2010

Admiración




Recuerdo haber estado sentada frente a él en un Crepes and Waffles, hipnotizada por el movimiento de sus labios. Él describía la situación política local, iba y volvía en el tiempo para explicar con toda claridad su punto de vista. Yo lo miraba y cada cierto tiempo hacía un comentario, pero su voz apagaba mi pensamiento y no logré hilar correctamente ni una idea.

Me obligué a pensar en algo inteligente que decir, pero no articulé más que uno o dos comentarios comparativos. Me sentí tonta, y esa es una sensación que raramente me genera un hombre.

Cuando terminó su idea hizo una pausa y tomó un poco de su jugo en leche. Sólo atiné a mirarlo y sonreír. En ese momento me di cuenta de que nunca había estado con un hombre que me generara ese tipo de admiración y orgullo. Es más, creo que nunca había admirado a un hombre en toda mi vida, no como admiraba al que tenía en frente. Esa extraña y cálida sensación me invadió, acelerando más mi ya agitado corazón. “Estas son demasiadas emociones para un solo día”.

- ¿En qué piensas?
- Estoy cansada
- ¿Nos vamos a la casa?

Pasó su brazo tras mi cuello y me acomodó en su hombro. Afuera del taxi la ciudad está iluminada y fría, todo lo contrario de mi lugar en el auto, donde los ojos de Alan eran la única luz que necesitaba.

1 comentario:

  1. uuu que hermoso me fascino... quisiera poder encontrar a ese hombre al cual admire y me sienta orgullosa de el

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