5 de agosto de 2010

Lo que tengo que vivir sin ti



Poco tiempo después de tu muerte me di cuenta de todas las cosas que pasarían en mi vida sin tenerte a mi lado. Fue viendo Amercian Pie 3 que noté que jamás podría compartir contigo los preparativos de mi boda. De hecho, jamás podría decirte que estaba enamorada, que había encontrado al hombre de mi vida, que me habían pedido matrimonio. Nunca podría ir a buscar vestidos contigo, ni me ayudarías con los preparativos. No me ayudarías a calmarme ni me dirías que hacer. No me dirías que opinas de mi novio ni mucho menos escucharía de tu boca que soy la más hermosa novia que jamás se haya visto.

El darme cuenta de eso me hizo llorar hasta dormir. Pero lo que vino después no fue mejor.

No pasó mucho sin que me diera cuenta que de tu boca no escucharía las palabras que siempre quise hoy. Que estas orgullosa de mi. Eso se hizo obvio cuando defendí mi tesis y de todas las personas tu no estabas entre la multitud felicitándome. No recibí tu abrazo a la salida de esa sala, ni escuché tus palabras el día de mi celebración.

Luego de unos meses me di cuenta que te necesitaba mucho, que me hacía falta tu consuelo cuando me rompieron el corazón. Aun cuando en lo más profundo de mi subconsciente sabía que me dirías que no llorara y que de seguro estaría mejor sin ese infeliz, necesitaba escuchar esas palabras de tu boca, y que me hicieras algo rico para comer para pasar la pena. Era tu consejo el que me faltaba en esa horrible etapa de mi vida cuando los errores eran el pan de cada día en mi confuso actuar. ¿Cómo salir de eso sin ti? ¿Cómo encontrar el camino de nuevo si tu no me guiabas?

A lo mejor por eso me tomó más tiempo del normal salir de esa. No sé como lo hice, pero si sé a quien agradecerle. Deberías conocerlo mamá, te gustaría, de eso estoy segura.

Hacen falta tus llamados a mi nuevo departamento. También que me envíes cosa ricas para comer como lo hacías cuando estaba en la universidad. Mi casa esta tan vacía y me doy cuenta de que lo que le hace falta es que toqué maternal. Si yo sé lo que puedes estar pesando si escuchas esto, que no puedo vivir mi vida pensando que te extraño, pero ya que no estás acá para detenerme creo que tendrás que aceptarlo. Además, deberías estar feliz, tu única hija no te olvida, vives dentro de ella todos los días, hoy más que nunca. Ahora comienzo a sentirte cerca, auque sea un poquito, a pesar de que hayan pasado los años.

De todos modos sigue entristeciéndome el hecho de que jamás conocerás a tus nietos, que no contaré contigo para que los cuides… o me enseñes a cuidarlos de hecho. No sé si sea sano pensar en todas las cosa que ya no tengo junto a ti, o en todas las que no podré nunca compartir contigo, porque mientras más vueltas le doy al asunto, más pena me da. Así que si en algún arranque de ahogo de donde estés, ten por seguro que puedes aparecerte por acá. Sólo intenta que no sea de noche porque puedo asustarme con facilidad. Nada de hacer ruidos, ni andar con sábanas ni esas cosas, sólo ven tú, como la última vez en sueños. Para poder abrazarte otra vez. Para escuchar que me quieres mucho y que soy tu princesa adorada, porque tu siempre serás mi madre querida.

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