Puede que mis cuentos no sean lo más increible del universo, pero a mi me hacen feliz. Y si algo he aprendido es que hay que aferrarse a la felicidad.
25 de junio de 2010
Despues del supermercado
El único sonido que logro escuchar es el de tu dedo golpeando el filtro de un cigarrillo consecutivamente, mientras que el humo sale entre tus labios, esos que no me están hablando.
Las micros pasan por la calle frente a nosotros, la gente también- sin siquiera mirarnos- el tiempo hace lo mismo sin ningún tipo de clemencia y yo lo único que quiero es tener conciencia de lo que este momento significa realmente, sin embargo, el sonido de tu dedo contra el cigarrillo se ha apoderado por completo de mi cabeza y es lo único en lo que puedo concentrarme por ahora.
No sé en que estás pensando, no sé que es lo que me quieres decir. Sé que es casi de noche y que tengo que llegar lo más rápido posible a mi casa. También sé que eso no te va a gustar, pero no puedo hacer nada para evitarlo.
Dejas de golpear el cigarro y te lo levas a los labios. Aún no me dices nada.
Quiero ponerme a llorar.
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